Dice Oscar Wilde que no existen mas que dos razones para escribir, tener algo que decir y decirlo. Haciendo abuso de esa formula, y para no permanecer en un sombrío silencio, decidí improvisar, perseguir la resonancia de algunas palabras sin una estructura rígida, y bueno, ahí les va. Se llama "Siesta".
Me incorporo del largo letargo
en el que yace un cuerpo que quizás es mío.
Semiajeno un cuerpo yace,
sostiene una cabeza confusa
atónita en la muda letanía a un dios
que no busco.
Giro a un lado y a otro la confusa cabeza
y siento como se recorta la densa atmósfera
de una soledad-georama
que me explica y me olvida.
Bebo un largo vaso de agua,
de agua digo, si lo que importa es nuestro interior,
y regreso al sofá,
me repliego otra vez, genuflexo,
incado en el suelo frío
de un interrogante.
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